Hubo división de opiniones antes de empezar el festejo. Por un lado se encontraban los pesimistas, los que pensaban que el cielo descargaría una buena dosis de agua sin contemplaciones con lo que ocurriera en la plaza de toros de la localidad albaceteña de Pozohondo. Por otro lado se encontraban los optimistas, los que confiaban en un buen arreglo del piso plaza y en que las nubes ya hubieran liberado el agua que las preñaba, que el cielo venía abriéndose. Al final tuvieron razón los optimistas: el festejo se echó para adelante con algunos momentos de llovizna pero poco más. El ruedo, bastante recompuesto, no fue impedimento de nada si bien todos los que sobre él anduvieron perdieron en confianza: los toreros resultaron más enganchados y hubo más desajustes y los novillos se afianzaron poco aunque las caídas fueron relativamente pocas. Hizo algo de frío aunque la banda de Pozohondo, de Manuel García, calentó el ambiente. Al cabo del festival incluso salió el sol, tímida azúcar tostada de entre las nubes de algodón de feria... ya vacías de agua.
El festejo comenzó con más de una hora de retraso, tras las divergencias de los propios matadores que al final apostaron por el "sí, quiero". Sergio Martínez cortó las dos orejas de su novillo de “Los Chospes”, cuajado ejemplar, noble y encastado. A veces miró para irse –en alguna ocasión se fue-, algo mansete, pues. Sergio estuvo bien con él, muy en su estilo, cometiendo algunos momentos de inconexión entre pases y tandas. Pero al son del pasodoble “Manolete”, los muletazos brotaron con gusto y excelencia. Tras una estocada muy caída que asomó, desorejó al animal.
Asomó en segundo lugar por toriles un novillo más pequeño que el anterior, castaño bociclaro, cuya muerte se brindó al director de la banda de música, el maestro García Sánchez. Al principio, Antón Cortés, su matador, se vio en la obligación de provocarle la embestida al de “Casanueva”, encastadito ejemplar pero que a veces buscó la puerta para salirse de la pelea, abriéndose bastante al final de los muletazos.. Otras veces buscó al torero, tocándole la muleta… no fue un novillo fácil. Cortés tuvo momentos de reposo por ambos pitones. Tras una gran estocada cortó otras dos orejas.
Miguel Tendero se las vio con un cuajado ejemplar de Samuel Flores, con el hierro de “Castillo de Montizón”. El animal, corpulento, lustroso, enmorrillado y gacho, no fue el típico “samuelón” sino que tuvo casta y picante, interés enjundioso por su, a veces, inesperado comportamiento. De hecho, se desplazó bien en el capote pero luego, al sentir los rehiletes, descompuso su embestida para, al final, embestir con más clase, una vez venido algo a menos. Miguel Tendero lo atemperó en la muleta a base de mando; el animal puso la casta. El novillo no fue la tonta del bote, incluso en algún momento se mosqueó, en algún desplante. Tendero le dio buenas tantas, especialmente al final, cuando surgieron más reposadas. Al final dio una especialmente buena, metiéndose con el animal en una labor con nivel. Lo peor llegó a la hora de matar: el toro no descolgó pero Miguel optó por tirarse, consumándose el pinchazo. Lo cazó al segundo intento con una estocada casi entera, delantera, perpendicular y algo contraria. Otras dos orejas.
Tiempo ahora para los novilleros de la Escuela taurina de Albacete. Jesús Martínez se enfrentó a un novillo de Nazario Ibáñez abierto de cuerna y silleto con mucho gas desde el principio. Encastado el de Nazario, se desplazó con largura con más claridad por el pitón izquierdo, por donde fue –si el novillero se colocaba bien- una auténtica máquina de embestir, muy por abajo. Jesús Martínez estuvo digno e hizo lo que pudo, sin perder los papeles en ningún momento. Le faltó, eso sí, la labor docente de enseñar a embestir al animal desde el principio, cometiendo algunos desajustes en su colocación y, por lo tanto, en el flujo de las tandas. Tras una gran estocada, aunque algo trasera –por lo que tardó en caer-, se vio en la obligación de tirar de descabello. Cortó, no obstante, las dos orejas del buen “nazario”.
Para cerrar el festival sin picadores de Pozohondo salió al ruedo Eduardo Navarro, en sustitución de Dámaso González Tarruella. Navarro, de Socovos, sorteó un novillo encastado de “Casanueva”, con interés en su complicada embestida. Manseó por momentos el novillo; no se aclaró el novillero, dejando clara su bisoñez. Abrevió sin exponerse. Tras una estocada muy trasera y desprendida -tuvo que agarrar el descabello- cortó una oreja como premio de consolación. No obstante, “Mundotoro.com” dice que cortó las dos. Yo apunté una.
En otro orden de cosas, y según indica el mismo portal de Internet, en Hellín, provincia de Albacete, se celebró este Sábado de Gloria una novillada con picadores de la que quien escribe no tenía ni remota noticia, como la mayoría de la gente. Es cierto que en Hellín se ha celebrado desde hace tiempo la tradicional corrida del Sábado de Gloria pero este año, según nos dijeron, ni el empresario –al que le había vencido el contrato- ni el Ayuntamiento estaban por la labor de dar ese festejo. Llego a casa y me encuentro con la noticia en este portal. Cosas raras con nombres de chavales que nos son poco familiares, no así el de la ganadería. Se han lidiado novillos de “El Torero", bravos y encastados. Daniel Morales, oreja y oreja; Francisco Montiel, oreja y oreja y Juan Millán, oreja y oreja.
Por otro lado, la novillada sin picadores que se iba a celebrar en El Salobral (Albacete) se suspendió a primera hora de la tarde por mal estado del piso de plaza. Esta localidad está pendiente de acoger una clase práctica de la Escuela taurina de Albacete el próximo lunes 25, sin saber, todavía, cuándo se celebrará la novillada prevista para hoy.
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